sábado, 21 de enero de 2017

El moro

Sus ojos de fuego atravesaron los míos, la flecha candente que traspasa la inspiración de los poetas, aquella que enciende el fuego que engendra la pluma y tinta con la que se empuña la letra para deleitar los sentidos del lector. Si tu, ese lector que ahora me inspira a crear letras que combinen con sus ojos y su boca.

No malinterprete mis emociones, no soy una quinceañera enamorada, soy una mujer apasionada, que sus manos ya las he llevado a mis muslos, a mi boca y a mi cara. Las he honrado con la frecuencia de su voz, exquisita, deliciosa, dulce, que endulza mis oídos con cada frase que sale de ella. Lo he seducido con mi boca, lo he embrujado con las caricias desbordantes de mis manos e hipnotizado con la danza de mis caderas. Lo he doblado con la ráfaga de mi mirada, le he atravesado y cada vez que lo tumbo en mi cintura, someto su cordura contra las sabanas de mis arrebatos.

Mis pasiones le envuelven así como su música embrujo mis oídos, venció mi voluntad ante esas manos, las manos de un moro que hace llorar su guitarra, respire su aliento con mi boca, fui suya desde que las cuerdas de su guitarra ataron mi voluntad y desataron mis arrobamientos.

Que envidia que solo en un lugar muy lejos de la realidad, llevo a cabo mis propósitos en donde no existe el dominio de mis emociones, de mis sentimientos, voy con todo, me entrego como nunca y es hermoso darme contigo, que la música nos mengue en su manto estelar. Que tus ojos de fuego nos conforte con la pasión de nuestros brazos.

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