domingo, 18 de octubre de 2009

Prisionera del recuerdo


Me levante en la mañana meditando aquel sueño que me retrocedió a donde todo comienzo. Nunca imagine lo doloroso que iba a ser el golpe tan grande que me di, cuando note que de mis ojos brotaban las lágrimas que algún día me hicieron desear quemarme en ellas, lloraba ácido, ácido tan amargo que no me permitían descansar en mis sabanas. Humillada y desdeñada, no retrocedí, seguí con la mirada al frente y la dignidad arrastrada a estirones y jalones, por que ya en el piso desee el beso frió y ajeno del olvido. De la amnesia que provoco mi desbocamiento total hacia la perdición de mi alma. Suplique antes de ser sentenciada y condenada a tal dolor y decepción que saboreé mil veces derrotada, del piso no podía levantar y despegar mis sueños, mis metas, todo era nada y me perdí en mis propias cadenas de amargura. De repente todo genero un reacción en cadena, aquello que me tiro me tendió la mano a una nueva propuesta que al vida me acercaba a mis brazos, el nacimiento de mi destino, ese bendito destino que me puso en el camino opciones, sueños e ilusiones, aprendí a despegar la mente sin despegar los pies, anhele con todo mi ser la posibilidad de empezar de nuevo, ayudada con el apoyo moral y las negativas de quienes me quisieron seguir viéndome en el suelo. Aquellos seres con una intensión desleal de quitarme este espíritu que cabalga sobre un jardín con espinas, esta flor que sobrevive al infierno que se avecina, esta poderosa razón que me hace desear la libertad.

Las ataduras que infringían mis miedos, mis recuerdos acosándome noche tras noche, mis sentimientos desbordándose en ríos de dolor hasta empapar el lecho donde gemía cada noche hoy se ha secado, la ambición, la fortaleza y el coraje que denominan mi carácter, no me permiten doblegarme jamas. Mitigan mi dolor y tal como la artista que soy, aquellas piezas rotas en mi corazón se están creando para darle vida a una obra de arte, se alzan nuevos templos y catedrales donde mi alma se pasea con LIBERTAD, aquella que creyó haber perdido, aquella que siempre estuvo ahí, pero los sentimientos apresaban el llanto, la alegría, la soberbia, el orgullo, al punto de llegar a la completa indiferencia a la vida. Hasta que de nuevo veo el horizonte a donde mis piernas quieren llegar, a donde esta un campo donde la mis cabellos bailen al ritmo del viento. Llegara como llego de nuevo el aliento que me presta la vida, ese aliento que la quita, ese que te hace aferrarte a ella y rebelarte contra ese mismo, el principio y fin, alfa y omega, en donde todo comienza y termina, me quedo sin palabras, no es una deidad, tampoco un dios, es la realidad, la vida y la muerte. Si la única prisión que mantenía mi cuerpo agotado eran los recuerdos, al fin borrados de mi mente y corazón, hicieron de mi una prisionera del recuerdo, gaste saliva en gritos, en lamentos, en maldiciones. Sin cansarme de llorar hasta que los huesos se deshacían conmigo, hasta que los músculos de mi cuerpo eran amortajados con el rencor y desprecio que provocaban olas de venganza, el aroma que se llevo mi juventud, mi inocencia y mi entrega, la entrega completa a la vida, hasta que esta me zarandeo y me llevo a las circunstancias adecuadas.

2 comentarios:

  1. ¡Cómo atrapan a veces los recuerdos querida amiga!
    Gracias por compartirlos.
    Después de una ausencia involuntaria, vuelvo a leerte y a renovar mi abrazo de siempre.

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  2. muchas gracias como siempre, es un placer compartirlos con getne que sbe leer y comprender, la escencia de que deja cada escritor o poeta, o por que no un persona q simplemente se quiere expresar...

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